Nuestros orígenes
«En 1703, en la fiesta de Pentecostés, Claudio Francisco Poullart des Places, entonces simple aspirante al estado eclesiástico, comenzó el establecimiento de la comunidad y Seminario, consagrado al Espíritu Santo, bajo la invocación de la Santísima Virgen concebida sin pecado». Es el texto de 1734 que recoge escuetamente el comienzo de nuestra Congregación.
El grupo lo formaban 12 aspirantes al sacerdocio de humilde condición social y sin medios económicos, agrupados alrededor del joven Claudio, abogado de 24 años hijo de la nobleza, y lleno de espíritu apostólico que ponía su pensión y todos sus ahorros para que todos ellos pudieran estudiar y ser sacerdotes dedicados a las zonas rurales y pobres de Francia. Claudio fue ordenado de sacerdote cuatro años después, en 1707, y falleció a los 30 años en 1709, teniendo ya 72 seminaristas en el Seminario del Espíritu Santo que serían los primeros «espiritanos».
En 1732 salen los primeros misioneros espiritanos hacia otros países: Cánada, América del Norte, China, Camboya, Vietnam, India y Tailandia.
En 1792 la revolución francesa suprime todas las Ordenes religiosas y también nuestra Congregación. Los espiritanos se dispersan, unos quedan en Francia al servicio de las diócesis y otros marchan al extranjero.
En 1805 Napoleón restablece de nuevo la Congregación.
En 1841 Francisco Libermann funda la Sociedad del Sagrado Corazón de María para la evangelización de los negros de la Reunión y de los esclavos liberados de Haití. Libermann era judío convertido al cristianismo, hijo del rabino de Saverne (Alsacia). A los 24 años recibió el bautismo y enseguida desea ser sacerdote, pero debido a las crisis de epilepsia que sufría, tuvo que esperar hasta los 39 años cuando fue ordenado.
En 1848 la Sociedad del Sagrado Corazón de María es suprimida por Roma, e integrada en la Congregación del Espíritu Santo. El P. Libermann será desde ese momento el undécimo Superior General, pero solo durante tres años, pues muere el día 2 de febrero de 1852.
El nombre oficial es desde entonces «Congregación del Espíritu Santo y del Inmaculado Corazón de María»
Sus siglas en latín: (C.S.Sp.)
El lema de la Congregación es: «Cor unum et anima una». «Un solo corazón y una sola alma» (Hch. 4,32).
Tenemos dos misioneros de la congregación que han sido beatificados por el Papa Juan Pablo II: el P. Santiago Laval, apóstol de la Isla Mauricio, y el P. Daniel Brottier, misionero en Senegal y padre de los niños huérfanos de Auteuil.