Jóvenes

Hacer el camino

CAMINO
Caro Joven, amigo y compañero. Aquí estamos, nos dirigimos a ti, porque queremos dar continuidad a nuestra historia espiritana, que cuenta ya con más de 300 años y el deseo de seguir dando pasos hacia delante depende de ti, por eso te invitamos a que hagas camino con nosotros.

Nuestra historia, la de cada uno, se entiende desde los diversos caminos que vamos haciendo. Lo mismo pasó con la historia de nuestros “antecesores”. Desde el punto de vista religioso y volcando nuestra mirada a la historia bíblica, nos deparamos con figuras que su vida se ha concretado en hacer el camino (peregrinar), en pro de algo mayor, ya sea para el bien propio como para el bien colectivo, es de esto ejemplo: Abrahán, que camina desde su tierra natal hasta Canaán, Elías hace el camino por el desierto, para encontrarse con Dios, Israel (pueblo), peregrina desde la opresión a la libertad, el mismo Jesús, su vida entera se resume en un constante ir hacia las gentes, hacia nosotros.

Caro Joven, de ti depende los diversos caminos, para que el mundo pueda caminar en busca de la justicia, verdad, libertad, paz… pero para ello, hace falta hacer el camino desde el compromiso con el mundo y descubriendo las diversas vocaciones que el mismo mundo te proporciona y como modelo tenemos a Jesucristo que es “el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14,6).

Nuestro compromiso

Ante un mundo de compromisos (muchos de ellos de carácter solidario-filantrópico = ONGs), te invitamos a que no cierres nunca esta dimensión. Todo en este mundo puede encaminarse de diversas maneras, pero uno de los mejores caminos es aquel que se hace desde un compromiso definido, aunque muchas veces no lo tengamos muy claro, de ahí la palabra compromiso (acción de comprometerse), que significa un riesgo, una experiencia y quizás una aventura.

compromiso¿A qué nos tendremos que comprometer? En un mundo que nos ofrece una multiplicad de opciones, publicitadas con imágenes y sonidos, surge, también, una voz que nos llama a comprometernos con la vida misma y con el mundo; y como jóvenes este compromiso se hace realidad, desde la fe, al volcar nuestra vida al Maestro del Amor (Jesucristo). Éste Maestro que en sus “grandes catequesis” dejó muchos mensajes, entre ellos nos acordaremos muy bien de aquella en la que nos dice: “Sois la sal de la tierra, sois la luz del mundo” (Mt. 5,13-14).

Dilecto joven el único compromiso a que te invitamos, está presente en estas frases de Jesús. Te invitamos a comprometerte en la tarea de ser testigo de este mensaje, tú eres esta sal que da sabor al mundo, tú eres esta luz que disipa las tinieblas del mundo.

Nuestra Vocación

Es costumbre, en el tiempo presente, escuchar: yo no tengo vocación para eso o para aquello, tengan o no razón los que lo dicen, lo más importante, aquí, no es buscar el verdadero sentido de la palabra, sino expresar sencillamente que vocación es atender positivamente a la llamada que nos hace un Ser, en nuestro caso, a la llamada de Dios. Vocación es decir: “Te acercaste a mi puerta, pronunciaste mi nombre. Yo contesto: Aquí estoy Señor”

Esto despierta, por supuesto interrogantes como los que el Papa Benedicto XVI presentó, en su discurso, a los jóvenes en el encuentro de Colonia (Alemania): ¿Dónde encuentro los criterios para mi vida (mi vocación); dónde los criterios para colaborar de modo responsable en la edificación del presente y del futuro de nuestro mundo (como religioso o misionero)? ¿De quién puedo fiarme; a quién confiarme? ¿Dónde está aquél que puede darme la respuesta satisfactoria a los anhelos del corazón (a mi vocación)?

Parece imposible responder a estos interrogantes, la respuesta la encontraremos en nuestra apertura a Aquel que nos llama. Pues, nuestra vocación solo tiene sentido y expresividad cuando comprendemos al que llama, y para comprenderle, nada mejor que dejarnos guiar por su voz, por su llamada, “como una pluma, a merced del viento”; decir con convicción aquí estoy dispuesto a experimentar la aventura a la que me llamas.